PROMO LA PULSEADA DE ABRIL

junio 02, 2010

Adelantamos editorial: "Compañeros de ruta"

El 16 de mayo pasado el Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia dio a conocer en la parroquia Cristo Rey de la Villa 31 de Retiro un documento que dice:
- Que es necesario “celebrar un Bicentenario con justicia e inclusión social” y que para eso tenemos que hacernos cargo de la “enorme deuda social con los barrios más pobres”.
- Que quien conoce a esos barrios desde adentro y no por medio de “la televisión o los diarios” sabe que allí “se vulneran los derechos más elementales: a la alimentación, al acceso al agua, a la educación básica, al cuidado de la salud, a una vivienda digna”.
- Que estamos acostumbrados a contar nuestra historia “mencionando sólo a una minoría ilustrada”, esos que “hoy tienen calles que llevan sus nombres”, e ignoramos a “miles de hombres y mujeres cuyo recuerdo casi se ha perdido” y que sin embargo “fueron partícipes decisivos del proceso de independencia”.
- Que “sin contemplar la acción de lo que en esa época se llamaba ‘el bajo pueblo’ no entenderemos nuestra historia en su plena verdad”.
- Que “hoy ese ‘bajo pueblo’ es el que habita las periferias de la ciudad” y que otra vez “debe estar llamado a tener un rol protagónico”.
- Que “el proceso de la independencia fue un fenómeno americano y no sólo argentino” y que por eso “ésta es la oportunidad de celebrar el Bicentenario de la integración” junto a “los bolivianos, paraguayos, peruanos, uruguayos y demás latinoamericanos que hoy viven en nuestras villas”.
- Que “si algo no ha de resultar ‘extraño’ (=extranjero) a nuestra sensibilidad es precisamente el extranjero” porque somos “un pueblo que a lo largo de su historia ha incorporado continuamente a extranjeros que aportaron los valores de sus propias culturas”.
- Que no terminará la “marginación” si se impone “la propiedad privada” y “los criterios más pragmáticos de una sociedad capitalista que privilegia el potencial lucrativo de la tierra por sobre el derecho a la vivienda de los más pobres”.
- Que la “riquísima cultura popular” de los barrios no se reduce a algunos “antivalores” sino que se caracteriza por “los valores de la fraternidad y la solidaridad” y la capacidad de “pelear cada día por una vida más digna”.
- Que “los más pobres no pueden ser considerados como objetos sino como sujetos” de las políticas públicas, que por eso “deben primero ser escuchados” y “no quedar al margen de las decisiones que afectarán sus vidas”.
¿Dónde hubiese querido estar Carlitos Cajade en el día del 36º aniversario del crimen del Padre Mugica, en el mes de su propio cumpleaños, en el año del bicentenario de la patria? No es difícil adivinarlo: en la parroquia Cristo Rey. Porque esa iglesia pobre fue fundada precisamente por su admirado Mugica. Ese hombre nacido en una familia encumbrada que dejó todo para irse a vivir con los más necesitados. El mismo que había dicho que jamás mataría pero que sería capaz de entregar su vida por un mundo más justo y finalmente la ofrendó por amor a sus hermanos. Porque bajo el altar de ese humilde templo está enterrado Daniel de la Sierra, el cura que para impedir la erradicación forzosa de esos asentamientos se tiraba delante de las topadoras de la dictadura. Porque se hubiese sentido como uno más entre esos sacerdotes que testimonian su fe con su vida, que cambiaron los púlpitos ornamentados por los pies metidos en el barro, que no lavan conciencias mediante la beneficencia, que llaman a transformar las estructuras injustas, que no predican la resignación con la promesa del paraíso en la otra vida, que convocan a ganarse el cielo luchando por la felicidad colectiva aquí en la tierra. Allí hubiese querido estar y allí estuvo en realidad, una vez más, como siempre, nuestro querido Carlitos Cajade: junto a los curas villeros, sus compañeros de ruta.

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