PROMO LA PULSEADA DE ABRIL

octubre 05, 2009

Adelantamos editorial: "Tiempos largos"

Hay luchas que duran años y construcciones que sólo se logran en el tiempo. Son las más sólidas, las que nos trascienden, las que perduran. Carlos Cajade fue protagonista de muchas. En estos días, cuando se cumplen cuatro años de su temprana muerte, no podemos dejar de evocarlo.
El mes pasado celebró sus primeros diez años la Comisión Provincial por la Memoria, en la que el cura participó activamente. Ahí estuvo, bien presente. En la apertura de un encuentro de trabajo y reflexión organizado para el aniversario, tanto nuestra compañera Ana Cacopardo, directora ejecutiva del Comisión, como su co-presidente Hugo Cañón, evocaron las palabras justas de Cajade contra los intentos de bajar la edad de imputabilidad.
Cañón también citó a esta revista, cuando al hablar del compromiso de la memoria con el presente reflexionó sobre el calvario de los pibes en las calles. La Pulseada: otra apuesta de Cajade que ya puede contar un tiempo largo. Mientras el hogar –la gran obra- cumplirá pronto 25 años lamentando tener una lista de espera de chicos que no debieran estar a la intemperie, la revista surgió hace poco más de 7 para batallar ideológicamente a ese modelo injusto donde los que quedan afuera sufren hambre, encierro y violencia institucional. Para que se escucharan otras voces. Para democratizar la palabra...
Otra lucha de años que empieza a dar frutos. El Senado podría aprobar este mes una nueva ley de servicios de comunicación audiovisual, saldando una inmensa deuda de la democracia. Bastante hablamos del tema desde que en 2004 se conformó la Coalición por una Radiodifusión Democrática. Pocos proyectos de ley en la historia argentina cosecharon tanto consenso entre universidades, organizaciones sociales, de derechos humanos, religiosas, sindicales. Igual de atípico fue el proceso de discusión abierto con decenas de foros en todas las provincias. Entre el texto del anteproyecto presentado en marzo y el que ingresó al Congreso después de esos foros, hubo interesantes modificaciones. Varias de ellas, por ejemplo, aluden a los pueblos originarios, que podrán hablar sus propias lenguas y estarán favorecidos por la política pública para contar con medios comunitarios.
Llevarla a la práctica será otra gran batalla, pero la ley es un paso trascendente para darle voz a quienes históricamente han estado silenciados.
En nuestro país hay más de mil comunidades pertenecientes a treinta pueblos ancestrales. Las formas de vida han cambiado. Muchos indígenas viven en las ciudades, con gustos y costumbres como los de cualquiera. Pero con mucha más fuerza que décadas atrás, se animan a reivindicar esa identidad a viva voz.
Las batallas que requieren tiempo albergan triunfos y derrotas. Años atrás se sancionó una ley para que instituciones que -como el Museo de La Plata- conservan restos humanos obtenidos en masacres y profanaciones, los devuelvan a las comunidades que los reclaman; pero la conquista se sigue dilatando con trabas burocráticas. También se sancionó una norma que suspende los desalojos e inicia un proceso de regularización de tierras a favor de los pueblos originarios, y sin embargo la Gendarmería y las policías provinciales siguen desplegando su violencia avalados por retrógradas ordenes judiciales. El último episodio fue el 17 de septiembre: la policía tucumana desplazó a 40 familias de la comunidad indígena de Colalao del Valle. El hecho, por supuesto, fue silenciado por los medios de difusión nacionales.
A pocos kilómetros de ahí, en Amaicha del Valle, otra comunidad indígena ejecuta un programa de microcréditos denominado “Padre Carlos Cajade”.
Se viene el feriado del 12 de octubre. Una herencia pesada: la celebración de la mal llamada conquista. El Día de la Raza, dice la ley vigente: así, en singular. No queremos festejarlo. Es el día de un Nosotros sin los Otros. Luchamos contra eso, desde siempre. Y todavía hoy sufrimos modelos sociales que estigmatizan, criminalizan y violentan a los otros, a los que quedaron afuera.
Desde La Pulseada preferimos recordar a Carlitos, con su ejemplo de vida, con su vida dedicada a esos otros, con esa lucha de largo aliento por construir otra sociedad posible, un mundo –como reclaman los zapatistas- donde quepan todos los mundos.

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